John había sido la cabeza de una familia de cuatro hijos, dos niños y dos niñas; solía trabajar en una importante firma de abogados en un condado cercano a la capital del estado.Floraine, su esposa, repartía la mitad de su tiempo entre labores del hogar y enseñanza del idioma francés a hijos de personajes adinerados de otro condado cercano a la capital del estado. Ella se sentía orgullosa de su familia y en particular de John, por quien, a pesar de los trece años de casados, aún sentía una evidente e implacable atracción física.
Al parecer, un complicado caso de extorsión fue lo que llevó a John a ser despedido injustamente, luego de negarse a defender al presunto extorcionador, de quien además se decía poseía ciertas perversiones sexuales.Fue así que John estuvo largos meses sin trabajo, la situación en el hogar era tensa, las peleas entre los conyuges habían aumentado, los encuentros amorosos disminuido y el dinero era cada vez más escazo.
Había días buenos en los que John salía con los hijos a vender algunas revistas viejas o alguna otra cosa que encontrara y que considerara ya de poca utilidad. La actividad aunque divertida para John y para sus hijos, dejana muy poco dinero, por lo que Floraine tuvo que duplicar sus horas de clase de francés, además de conseguir un empleo temporal y ciertamente flexible en una abarrotería cercana a su casa.
Aquel terrible presunto extorsionador se había encargado de bloquearle todos los caminos a John, por lo que a pesar desu título universitario en una importante universidad del país, las posibilidades profesionales en al menos cinco condados a la redonda se le habían bloqueado. Consideró entonces la mudanza, largarse hasta el otro lado del país, quizá cambiar de nombre, iniciarse en la pesca, la agricultura o cualquier otra actividad redituable en la que no tuviera que enfrentarse a la voluntad perversa de terceros.
Fue en esos momentos de desatino cuando en la radio anunciaban la fórmula mágica para hacer dinero "desde la comodidad de su sofá, vendiendo productos que jamás has tocado ni visto, ganando dinero mientras duermes" etc. John era escencialmente escéptico pero la desesperación y una publicidad tan convincente (también incluía testimonios de gente que se hizo millonaria en tres semanas) lo llevaron a intentar. Decidió intentar, pero John no se hizo millonario en tres semanas, al contrario tuvo que invertir sus pocos ahorros en una computadora de escritorio nueva además de contratar un servicio de red inalámbrica para el hogar.
El negocio de sus sueños a penas dejaba dinero suficiente para pagar algunos gastos (si juntaba su ingreso con los de Floraine), por lo que un buen día decidió recortar gastos y dejó de contratar el servicio de red inalámbrica, a fin de cuentas su vecino también contaba con el servicio y podría obtenerlo de manera gratuita.
La situación empezó a mejorar, ese pequeño ahorro le permitía a John invertir más en el negocio anhelado y por ende tener ganancias marginalmente mayores, pero mayores a fin de cuentas.
John recuerda como uno de los peores días de su vida aquel jueves en que su vecino sin decir adiós, metió todo en un camión de mudanzas y se marchó hasta el otro lado del país, cambiándose el nombre y aparentemente a dedicarse a la agricultura. John estaba desesperado, se había quedado sin red inalámbrica, con histeria y muchas complicaciones buscaba en cada rincon de la casa una red inalámbrica, sin tener éxito. Aquel sitio estaba alejado del mágico mundo de la internet.
Luego de las pérdidas económicas del día anterior, John recordó que había llevado su pesada computadora de escritorio a todos y cada uno de los rincones de su casa, salvo uno. Con desesperación y manos temblorosas desconectó todos los cables de su computadora de escritorio, arrastró el carrito rumbo al bañó, conectó todos los cables, se sentó en el excusado, prendió la computadora y voilà, un red inalámbrica apareció, lejana, lenta, sin seguridad, pero funcional y libre, John sonrió, bajo sus pantalones y su ropa interior, y ahí se quedó feliz haciendo el negocio de su vida.
1 comentario:
ayyy bueno al final no fue tan tehttps://www.blogger.com/comment.dorrrible el caso... hubiera sido peor en la azotea, donde le diera el sol o el viento todo el dia xq si ponia un techo o algo q tal q le bloqueaba la red... y asi estando en el baño ahorraría tiempo, no tendría q pararse a cada rato al "tocador"...
ojalá John sea feliz jaja
Diana
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