30/4/09

La Ciudad en tiempos de Pandemia

La ciudad está distinta, ni más bonita ni más fea, sino distinta (diría el poema), la calma en que vivimos entre tensa y triste, vuelve esquizofrénica la imagen de la ciudad en estos días. Dos de cada tres usan cubreboca(¿s?), y de esos dos la mitad son azules (según mis propios cálculos); es una imagen novelesca, ya no vemos las bocas de los demás, sólo nos miramos a los ojos con cierta desconfianza y nos queda a la mitad cualquier gesto que queramos expresar.
Los parques no sólo no tienen niños, de hecho hay muy pocos niños en la ciudad, hoy vi a dos y me pareció bastante raro. Además de la ausencia de niños en las calles y parques, hacen falta parejas, y a esas parejas les hacen falta besos; no lo había notado, pero es cierto, la cachondería con que muchas parejas en la ciudad se besan y abrazan han pasado a ser un recuerdo que cada vez parece más borroso. Será una cuestión cuantitativa o acaso las parejas en tiempos de pandemia prefieren besarse en ambientes perfectamente esterilizados o quizá el amor no logra superar la enorme desconfianza que supone últimamente el contacto físico con el otro. Incluso me atrevería a decir que hombres y mujeres de esta ciudad han disminuido sus niveles de infidelidad.
No me impacta tanto los restaurantes vacíos como la ausencia de puestos ambulantes de tacos de guisado, carnitas, de cabeza o de garnachas, de jugos y licuados. Las aceras están inusual y casi aterradoramente despejadas.
Tengo la sensación de estar viviendo una de esas épocas que marcan a una generación y que cambian el rumbo de algún aspecto de la vida de las sociedades. Quizás en unas décadas la gente recordará como las personas andaban por la calle sin cubreboca antes de la pandemia o frases como “uy sí, antes nos besábamos en la calle”, “antes nos saludábamos de beso”, o “los niños solían adorar los parques, cuando había”, no es pesimismo o caoticismo, es simplemente una visión ominosa que me ha estado rondado en estos días de influenza, de individualidad, de vida privada y de miedo.

1 comentario:

Diablo Guardián dijo...

Yo no estoy ahí, y sin embargo casi casi olí las ciudad vacía... no suelo dejar muchos comentarios en los blogs, pero he de decir que esta entrada me pareció simplemente inspiradora... es una crónica al más puro estilo monsiváis (tal vez unas cuantas palabras domingueras de menos... jeje)... Exclente entrada compañero!