2/6/09

Woldenberg se equivoca.

Recientemente la revista Proceso publicó una entrevista con José Woldenberg ex Consejero Presidente del Consejo General del IFE. En la entrevista, Woldenberg hace varías críticas respecto de quienes promueven la anulación del voto como una forma de protesta por la pobreza de la oferta política que representan los partidos vigentes.
Woldenberg se equivoca en varias cosas, la primera, es su diagnóstico sobre la oferta política, a la cual, considera suficientemente representativa de las diversas expresiones políticas que existen en México, por lo que considera que la anulación del voto pierde validez. Sin embargo, son los altos índices de abstencionismo y el creciente movimiento pro-anulación los parámetros que indican que gran parte de la sociedad no se siente representada por la oferta política actual. Para ir más a detalle y como para muestra basta un botón, hay diversos grupos asociados con una izquierda moderna que es imposible de asociar con la izquierda clientelar de Jesús Ortega, con la izquierda mesiánica, nacionalista y rancia de Andrés Manuel López Obrador, ni con la izquierda pactista, oportunista y tramposa del PSD. Y seguramente en grupos de derecha pase lo mismo, tampoco hay una derecha moderna, no hay un partido del tipo liberal, amante del libre mercado, al que muchos graduados del ITAM podrían adscribirse.
Después, se equivoca Woldenberg al insinuar que es un grupo de desencantados (derivado de la mala situación económica) los que promueven esta protesta. Muy al contrario, quienes la promueven (al menos que yo conozco), somos personas que no es que estemos desencantados por los malos resultados económicos que la democracia le ha traído a nuestro país (o a nuestros países según la famosa encuesta de Latinobarómetro), no es así, somos personas que exigimos políticos de altura, una sociedad democrática no puede conformarse con el menos malo por eso si queremos ser democráticos tenemos que exigir políticos capaces, inteligentes, congruentes y que quiero convencer con ideas frescas, tal y como ha pasado en otros lugares del mundo, léase Obama, Bachelet, Segolene Royal (aunque no haya ganado), Lula da Silva, Patricia Mercado (aunque tampoco haya ganado), Mauricio Funes, todos ellos son ejemplo de políticos que buscaron el voto convencido de la ciudadanía, de ciudadanos que los consideraban la mejor opción no la menos mala. Pero no, en México los políticos más o menos rescatables, van por la cómoda vía de la plurinominal y dejan en manos de la inercia su inserción en los congresos dejando que sus partidos sigan con estrategias de comunicación política tradicionales, con discursos chatos y frases huecas.
Finalmente, Woldenberg se equivoca nuevamente y defiende el voto efectivo por alguna “opción política”, con el argumento de que la democracia es siempre mejor que una dictadura. Nuevamente, quienes promovemos esta iniciativa no queremos un dictador, queremos protestar, queremos mejores partidos, mejores políticos, queremos democracia plena y no democracia electoral y partidista.
La propuesta es que los ciudadanos y ciudadanas se informen, conozcan a sus candidatos, conozcan el pasado de sus partidos, lo que éstos representan, y si después de eso su conclusión es que ninguno de ellos representa lo que ellos son entonces anulen su voto, y así, (independientemente de las complicaciones técnicas para saber cuántos votos nulos hubo por protesta) de algún modo habrá un mensaje a la clase política lo que debe de traducirse en más presión social para que el sistema de partidos se abra a la creación de partidos nuevos (con presupuestos ultralimitados), a recortes en financiamiento a los partidos en general y al diseño de vías ciudadanas de acceso al poder público, desde la iniciativa ciudadana hasta la revocación de mandato pasando por las candidaturas ciudadanas.
Que quede claro, la anulación del voto no es un asunto de desencantados ni resentidos, sino de exigentes, exigimos mejor democracia porque lo merecemos.

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